viernes, 11 de enero de 2013

Seis meses en desespera. Parte 3


83. Madrid. 1 febrero de 2008

Quise tocarte, y contigo
El propio dolor

84. Madrid. 2 febrero de 2008


No olvides que fui yo quien
te regaló una vida,
cuando hagas recuento
de frugalidades
con tu ábaco amnésico.



85. Madrid. 3 febrero de 2008

Dame un cielo
desde el que divisar
la zona oculta de la incomunicación,
y permíteme intervenir,
verdad en mano,
alma en canal.


86. Madrid. 4 febrero de 2008

Cómo no ocultar el dolor,
imaginando mar y vacío…

Cómo obligar al inconsciente
a desasirse de la búsqueda
perpetua
de tus íntimos olores en otros vientres…

Vientres encendidos por llamas fatuas
y hogueras sin comburente…

Vientres de tránsito que empujan
al cautivo pulmón
contra costillas y marejadas…

Vientres que no aportan consuelo
al abordado.


87. Madrid. 5 febrero de 2008

Ya piso la sangre, adocenado,
a la espera de descubrir esa herida, su origen,
que tanto espanto causa,
la herida de quien se lacera con saña
procurando su liberación



88. Madrid. 6 febrero de 2008

Quiéreme si te atreves,
podríamos reunir nuestras soledades.



89. Madrid. 7 febrero de 2008

Por qué duele,
tanto, cuando siega a la madrugada,
tu recuerdo.



90. Madrid. 8 febrero de 2008

Me debo, prisionero,
a la incesante cadencia
de tu aliento en la sábana,
de mi aliento en tu nuca.



91. Madrid. 9 febrero de 2008

Ciegos los ojos, ya que
para qué seguir viendo
tras perder los tuyos de vista,
tras extraviar tus pupilas.


92. Madrid. 10 febrero de 2008

Luché, tengo testigos,
por anular tu fractura,
contra oráculos y verosimilitudes,
lapidando
cada aguja por punturar,
cada rastro
del ancestro vándalo.

Luché, sin descanso,
regalando lo carente,
buceando
en superficies de angustia
en la procura de dignidades
y atracciones.

Luché, con empeño,
insignificando
cada una de las dioptrías
que te protegen
de la orquesta fantasmal
incapaz de recoger batuta
e instrumento.

Luché, noche y día,
hasta casi alcanzarte,
hasta afrontar tu perímetro,
hasta divisar
pabellón a media asta
y defensa solícita,

Luché, hasta doler tu vacío,
y por fin
lograr arrebatarte.

Y sin embargo,
una vez en mi haber
preferí perderte
para reiniciar la conquista.



93. Madrid. 11 febrero de 2008

Me faltó
imaginación y monedas
para adquirir la dádiva
que aboliera esta farsa,
y no hablo de orgasmos en rebajas
ni miradas que
converjan perpendiculares
en un punto tan común como inútil;

Sino de aquello que impidiera
continuar contemplando mi aborto,
día tras día, aniquilando un fuego amable
que aún así tanta leña consume.

Dímelo hoy, antes de que deba reconocerme
extraviado de caminos y corazones
donde jamás ancla alguna osó curiosear.

No prolongues la necrosis
hasta que la rutina me impida
soportar ese dolor venidero
y para el que desde siempre
me he protegido.

Fuerzo lágrimas hoy
que inundarán almas mañana.



94. Madrid. 12 febrero de 2008

Me vestí con piel de humildad, para, felicidad sobre el tapete,
traspasar cascadas sanguíneas.



95. Madrid. 13 febrero de 2008

No me vendas porvenires,
al menos no
los catalogados para el menestral
al menos no 
los inmersos en recuperar
los siglos de desventaja.

No me vendas porvenires
a sabiendas de que tu sombra
propone desvelos y
oculta cadalsos.



96. Madrid. 14 febrero de 2008

Qué decir
de corazones en ralentí
y almas en taxidermia,
más que no son dignas para el espigador.



97. Madrid. 15 febrero de 2008

Permíteme,  sin injerencias ni imposturas,
regocijarme en el más dichoso deceso,
mientras cultivo una luz
parida sin anestesia desde el hastío.



98. Madrid. 16 febrero de 2008

Prefiero reconocer la daga
acomodando costilla y arteria,
que creerme vivo a tus ojos.



99. Madrid. 17 febrero de 2008

Los días seguirán suicidándose
mientras las ventanas impidan el acceso
a tu oscuridad.


100. Madrid. 18 febrero de 2008

Si tuviera que concentrar en un folio,
lo que fluctúa mi sombra,
sobraría media cuartilla,
pues aquélla es pequeña,
y dúctil también,tan lábil
que en un solo instante,
regalado por ti como en su mayoría,
podría insignificarse hasta llegar a parecer
océano de agua dulce.

Cómoda vida ésta,
la del corazón en reserva,
la de la víscera en suspenso,
la del vértigo en exilio.

Cómoda vida ésta,
en la que por haberte perdido
carezco ya de peores miedos.



101. Madrid. 19 febrero de 2008

Regálame un libro
que ilustre tus ojos sobre el colchón
y una libreta donde reproducir
cada segundo vestido con tu piel

Regálame un libro
con las instrucciones para verterme tranquilo
sobre el mausoleo.



102. Madrid. 20 febrero de 2008

Abrázame aún,
no nos arrepentiremos de hoy
cuando manchemos nuevas sábanas.

103. Madrid. 21 febrero de 2008

Tras de ti
tan sólo
el viento



104. Ponferrada. 22 febrero de 2008

Hoy te sé perdida, devuelta a un redil
que jamás cesaste de aclamar, guardilla fantasmagórica,
ruinas de ni siquiera una deducción, hogar donde extraviar
impropios gestos de acercamiento,
cobijo de almas sépticas.

Hoy me sé perdido, incapaz de luchar
por quien siendo satélite
sólo avecina luminosidad, penetrado por dagas y costumbres,
impropias de tiempos y lugares
ya indignos, devuelto a un vacío
que con indiferencia cultivé
en pretéritos corazones, desplazado hasta el territorio del hastío,
desplazado.

Como no doctorarse
ante esto
en la escuela del deseo contenido.



105. Ponferrada. 23 febrero de 2008

Relojes sólo atrasados
al marcar las y media,
ideales de quien siquiera
llega a comprender las reglas del juego,
porque de juegos hablamos,
con sus reglas, y claro,
con sus perdedores.


106. Ponferrada. 24 febrero de 2008

Detrás, discreto,
sofocando muestras del absurdo
e indicios de la inferioridad.

Detrás, discreto,
te sigo (des)esperando.



107. Madrid. 25 febrero de 2008

Quisiste tocarme, tú también,
y conmigo
el dolor mismo.



108. Madrid. 26 febrero de 2008

Tengo miedo de sucumbir
eternamente
ante tu presencia.

Tengo miedo de perderte
y saberme insjustificado
en futuros tanteos.

Tengo miedo de que el núcleo
y la cama
se escindan en dos hemisferios
separados por el silencio,
porque temo tanto al silencio.

Tengo miedo de que tus ojos
recuperen la ceguera
y acudan,
como tantas otras veces,
a la claridad de quien desde su inercia
contempla suicidarse las semanas.



109. Madrid. 27 febrero de 2008

Luché, de veras,
Por arruinar a la estrella,
Izando cada trueno en su cuna,
Doblegando el cielo
Con mis blasfemias de ozono.



110. Madrid. 28 febrero de 2008

Imagínate que no te importara ser feliz,
que un día cualquiera, mañana mismo,
despertaras sin cilicios ni presas.

Imagínate que te descubrieras
liviana frente a los lastres,
imagínate imaginando mañanas,
madrugadas, eternidades
sin necesidad de ser teñidas
de noches de enero y hambre atrasada.

Imagínate que un día cualquiera,
mañana mismo,
me miras a los ojos.



111. Madrid. 29 febrero de 2008

Me llamas paranoico
por descubrir en cada mirada
un nuevo indicio del eclipse.
Como si la astronomía
con los avances tecnológicos
fuera refutable.

Me llamas paranoico
por saberme recorriendo calles ciegas
y torrentes sanguíneos.
Como si el determinismo
con su causa nunca casual
fuera negociable.

Me llamas paranoico
por intuir la fractura bajo la sonrisa,
por descomponerme cada noche
ante tu piel.
Como si el andrajo
con su sincera caricia
se hubiera extinguido.



112. Madrid. 1 Marzo de 2008

Para no caer,
moldear tu sonrisa en plastilina
y esconderla bajo las sábanas,
días tras día,
en el lugar exacto
que debiera ocupar tu cuerpo.



113. Madrid. 2 Marzo de 2008

Para no caer,
olvidarse de la luna
y comenzar a proponerse lo inasible,
noche tras noche,
hasta notar su presencia,
y entonces, sólo entonces,
no dudar en abandonarlo.



114. Madrid. 3 Marzo de 2008

Ayúdame a despreciar la mano
ante el abismo,
la sonrisa frente al meandro.
Ayúdame a decidir asesinar
a cada mujer que amé.


115. Madrid. 4 Marzo de 2008

Para no caer,
construir sobre el escombro
nuevas pieles y escalofríos,
toda una gama de desconocidas sensaciones;
día tras día, hasta verte en el suelo,
desconfiando de mi propios humores.


116. Madrid. 5 Marzo de 2008

Para no caer,
servirse de lágrimas
para embalar el hastío; también de hojas,
de cuadernos, de libretas, de archivos
y servilletas,
saturados todos de poemas
por la vía de urgencia.

Y una vez arpillado, golpear con fuerza el
mar con los remos,
imaginándonos que por fin no
nos importara ser
felices.



117. Madrid. 6 Marzo de 2008

Imagínate que cualquier amanecer,
mañana mismo,
olvido acariciarte
al abandonar tu cuerpo,
y descuido tu rostro
al otro lado de la sábana.

Imagínate que vago por calles y corazones,
sin más rumbo que un miedo
del que desconozco la causa.

Imagínate que años después,
apareces anónima tras la misma sonrisa
y no puedo impedir recordar
que hubo un tiempo
en el que todo tenía sentido.



118. Madrid. 7 Marzo de 2008

Invoqué a tus fantasmas
y por no clavar dagas ni emular hogueras
me convertí en uno de ellos



119. Madrid. 8 Marzo de 2008

Y ninguno de los dos
fuimos capaces de impedir
que regresara de nuevo el invierno



120. Madrid. 9 Marzo de 2008

Y ninguno de los dos,
pasmados ante la metástasis,
supo alzar los ojos
proclamar la blasfemia
soltar la brazada
golpear con cólera el mar…
apuntalar el cielo.



121. Madrid. 10 Marzo de 2008

Si lo que viene es la tormenta
Al menos, alagarme a tu lado.


122. Madrid. 11 Marzo de 2008

Juego a pensar
que nos debemos a otro tiempo,
que cada herida sin cauterizar
es aún lisa piel virgen,
que las ilusiones
aún pueden ser moldeadas
como germen de una conducta
no considerada injerencia.

Juego a creerte mía
mientras abandono a su suerte
nuestros viejos rapsodas,
mientras tatúo tu silueta
en las sábanas,
bastante ya erosionadas,
mientras deletreo tu olor
en cuellos y desayunos ajenos,
mientras simulo tu ausencia, frente al lienzo,
mientras recorro el pasillo
donde quisiste construir mi celda,
mientras te dibujo de memoria
en un palimpsesto deleble.

Juego a creerte mía,
y siempre pierdo.

 

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