viernes, 11 de enero de 2013

Seis meses en desespera. Parte 2


41. Madrid. 21 diciembre de 2007

Te debo nostalgias,
al menos una por cada ilusión
entregada sin nada a cambio



42. Madrid. 22 diciembre de 2007


Qué ocurre que el verso se obtura
impidiendo ejecutar el tiro de gracia.
Dime cómo acabar un poema
que jamás debió ser escrito.



43. O Barco de Valdeorras. 23 diciembre de 2007

Que no trascienda, te lo suplico,
que sea nuestro secreto
aquello de que tu cuerpo
no tendría inconveniente
en calentar barriadas obreras
y terminales de tranvía,
aquello de que tu boca, si tuviera a bien,
podría alumbrar
túneles, almas, noches
en arrabales de corazones extraviados;
aquello de que hasta el mismo sol
se vio incómodo al cotejarse con tus ojos.

Que no trascienda, te lo suplico,
no podría soportar compartirte,
permíteme, por una vez,
emplear mi egoísmo.


44. Ponferrada. 24 diciembre de 2007

¿Será conformismo?
En ese caso qué distinto resulta
al desequilibrio de partida,
aquél de “acaso merecerá la pena
seguir a oscuras”.



45. Ponferrada. 25 diciembre de 2007

No pido duelos por tu pérdida,
suficiente dolor atesoran
mis vísceras abiertas
proclamadas viudas
a cielo abierto.



46. Ponferrada. 26 diciembre de 2007

Qué intolerables resultan los despertares procurando
tu extraviada boca.



47. Ponferrada. 27 diciembre de 2007

Juego
a que penetro
en el interior de un corazón
abandonado a su propia muerte,
y una vez allí
instalo rebeliones y alambiques
sin fin ni claridad,
cual comunero
que en régimen de behetría
elige al dolor
como señor feudal.


48. Berlín. 28 diciembre de 2007

Cuándo seré capaz de dejar de parir
hijos en orfandad.


49. Berlín. 29 diciembre de 2007

Prefiero que me lacere la equivocación
a saberte perdida
por no haber sabido luchar hasta el colapso.


50. Oranienburg. 30 de diciembre de 2007

Te doy un millón de euros
para viajar allá donde tú quieras.

¿Para qué mil euros?
Si me sobra un céntimo para recorrer el torrente de tus sueños.

Pero ¿habrá algún lugar?
Sí, éste mismo, en este momento.
Podría recorrer vidas
continentes
madrugadas
para regresar a él.



51. Berlín. 31 diciembre de 2007

Por qué no dejo de enamorarme
de los mismos ojos
que por quinta vez
me harán saber,
con su sinceridad esquiva,
que no me quieren.


52. Berlín. 1 enero de 2008

¿Has mirado a toda esa gente
que puebla calles y cafeterías?
¿La que se cruza una y mil veces
contigo al cabo del día?

¡Cuánta orfandad gratuita e insolente!



53. Berlín. 2 enero de 2008

Desde que las radiaciones de tus ojos
ionizaron mi alma,
no hay radioterapia capaz
de lacerar el metastático tumor
que amenaza estabilidades
y conformismos.



54. Madrid. 3 enero de 2008

Mujer que dudas sobre mi cama
he de decirte que si fuera capaz
de arrojar suficiente sal
sobre mi cobardía,
suplantaría todo tu pasado, a cambio
de una simple palabra en tu boca, a cambio
del sabor infame de saberte perdida.



55. Madrid. 4 enero de 2008

Te sentí ayer,
yo ya dormía, en el instante mismo
en el que abrías
mi alma en canal.



56. Madrid. 5 enero de 2008

¿Qué es eso que suena?
¿Salmos en volapuk,
o acaso, el latir difunto
de mi corazón?



57. Madrid. 6 enero de 2008

Cuando la herida es expuesta
cual trofeo de batida furtiva
con su abrupta carga arterial,
qué decirle al corazón
para que no se deje morir.



58. Madrid. 7 enero de 2008

Todo este tiempo buscando una salida,
para acabar descubriendo
que siempre he vivido en el exterior.



59. Madrid. 8 enero de 2008

Busco
entre propios y ajenos
aquel vehículo
que condone mi sanción de soledad,
aquella insignificancia
que aporte muletas y barandillas
incapaces de pervertir el apoyo
que una vez sin tu hombro
logre abortar el abismo.



60. Madrid. 9 enero de 2008

Dime un color que concentre la vida
y resuma cada una de sus células.
Un color me pides,
qué tal el del brillo de la curiosidad en tus ojos.
¿Y un instante?
El que imposibilitó la cuenta atrás.


61. Madrid. 10 enero de 2008

Dime hoy
todo lo que a ti misma te escondes:
que no hay amor
ni mucho menos futuro,
que ni hablar pues de cosquilleos de estómago
y celos infundados.

Dime hoy
que ciertas reacciones químicas
tienen fecha de caducidad,
tan perecederas como aquello
que más merece la pena.

Dime hoy
que cada instante
puede ser descrito desde tantos prismas
como para llegar a parecer caleidoscopios trucados,
que cada mirada esquiva
sólo antepone fugas
sin pistas en ciernes.



62. Madrid 11 enero de 2008

Cómo dueles
cuando cruzo el umbral de la apariencia; cuánto escombro el que provocas.



63. Madrid. 12 enero de 2008

Descolgué cada rayo de su cueva,
y quise sumergirlos
en tu abdomen,
sin imaginarme que sólo el vacío
parecía querer postularse para ocupar
esencias y lucideces.

Pobre el rayo, sin continente al que electrizar,
que supo proclamar
frente a la victoria: “hola mi amor,
y mi amor adiós”.



64. Madrid. 13 enero de 2008

Por cada machetazo
con el que equilibras el hambre,
más me percato de que volar
no es sólo cuestión de esfuerzo,
y que son tus últimos ojos,
tu viento,
los que me niegan el mañana.



65. Madrid. 14 enero de 2008

Me conformaré con la pequeña felicidad atrasada
de quien nunca supo
corresponder una mirada.



66. Madrid. 15 enero de 2008

Triste madrugada aquella
en la que vendió alma
y se cobró vida.


67. Madrid. 16 enero de 2008

Merezco, acaso,
ultraje tal,
tan sólo por procurar consuelo
al ser inerte.

¿Lo merezco, acaso,
cuando todo el que me rodea
es ciego perdiendo su dignidad
al adquirir ojos en estraperlo?



68. Madrid. 17 enero de 2008

Me conformaría
con que mañana
me viera visto en tus ojos
como tus ojos hoy
pueden verse en los míos



69. Madrid. 18 enero de 2008

Mantendrás corazón y cilicio
Mientras continúes
Alimentando tus fantasmas.



70. Madrid. 19 enero de 2008

¿Dónde has escondido tu boca?
La busco,
inocente y necesitado, entre las sábanas,
allí la dejé la última vez, junto a cierta piel y
ciertos suspiros, junto a aquel olor a sexo atenuado
intercalado entre
blasfemias y oraciones, junto a la esperanza
de mantener labios y ánimos
en estado suspendido,
junto a aquella nuca que arrullaba mi aliento.

La buscó entre las sábanas, tu boca,
allí me dejó.



71. Madrid. 20 enero de 2008

De qué sirve el ánimo
cuando te ves deportado;
cuando el llanto es más idóneo.



72. Madrid. 21 enero de 2008

Cambio presencia femenina
en sueño recurrente
y alma en concurso de acreedores
por tacones adaptados
a escombros y cenizas.



73. Madrid. 22 enero de 2008

Cuánto dolor el que me prometías,
cómo pude vivir sin saber, hasta que llegaste,
que existían semejantes variantes
de la tragedia.



74. Madrid. 23 enero de 2008

Si supiera traducir
lo que oculta tu sonrisa,
comenzaría a excavar tumbas
lo suficientemente angostas
como para en ellas
asilar mi esperanza
y conservar, intacta,
tu desidia.



75. Madrid. 24 enero de 2008

Cómo renegar de la oscuridad
si ambos somos el mismo grito,
si ambos te quisimos en cautividad
transgrediendo humedales
a golpe de alud arterial.

Viéndome fallecer de oxígeno
suplicaste un nuevo ahogo
sabiéndome el relámpago
de quien inhibe el incendio
obviando el comburente.

Y a día de hoy
no puedo dejar de preguntarme
cuándo dejarán de
suicidarse en mis brazos
las mujeres que he amado.



76. Madrid. 25 enero de 2008

Cuando por fin se sintió querido,
estaba tan exhausto que
apenas pudo
corresponder en el pésame.



77. Marrakech. 26 enero de 2008

Quien pastoreaba ira miró al minarete
sin comprender la nueva llamada a la oración,
y desconcertado,
supo que hay señales a destiempo,
que inciden en la necesidad
de vulnerar el germen
e imponer satélites.



78. Marrakech. 27 enero de 2008

Ni una palabra tan sincera
como tu adiós,
Ni un adiós tan tramposo
como mi fuga,
Ni una fuga
tan necesaria
como el recuerdo.

Ni una palabra
Ni un adiós
Ni una fuga
en la que no te reconozca.



79. Marrakech. 28 enero de 2008

Eres de henna,
capaz de señalar con tinta el alma,
tatuadora de mil y una noches
tras el minarete,
pero caduca,
difunta en tus propias armas,
elemental en instrumentos de revelado,
exigua, fácil de superar
con sonrisas insinceras que se regalan
al azar en las madrugadas.

Eres de henna,
manchas al instante,
marcas durante un mes,
y desapareces.


80. Madrid.29 enero de 2008

Hubo un tiempo y un lugar,
pongamos éste y aquél,
si bien podrían ser otros,
ya que no importa el contexto
cuando es rayo en la sien
el efecto del escombro,
cuando, negligente, el eclipse
prefirió negarse e iluminar tu rostro.



81. Madrid. 30 enero de 2008

Propongo continuar el juego,
sustituyendo el tormento
por la necesidad
de quien retoma la vida
convirtiendo cada pieza
en una escalera
con la que descender al escombro.



82. Madrid. 31 enero de 2008

Miró en su interior, no solía hacerlo,
y se halló vacío, habiendo preferido
vivir en su mentira
con su alma entregada en gratuidad
y el corazón desgarrado, con sus entrañas
enviadas a la conquista de terceros
que perdieron pie y cometido
en el mismo instante de saberse insuficientes.


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